No te mueras con tus muertos

14.09.2012 21:29

 

Introducción al libro "No te mueras con tus muertos" de Juan Trossero

 

 

"A mi madre que, viuda a los 22 años, no eligió la muerte, para morirse con su esposo, sino la

vida, para vivir conmigo."

 

Este libro se caracteriza por el respeto al que sufre la muerte de un ser amado, por la claridad con que nos llama a la vida y principalmente nos muestra cariñosamente la coherencia con nosotros y con el que ya no está. Es un libro para meditarlos, reflexionar su contenido respetando las emociones que se generén en cada uno de aquellos que se adentrarán en él.

 

Puedes comentar lo que te sucede en esta misma página, te aseguro que esas emociones, sentimientos y pensamientos estarán mejor fuera de ti.

 

 

 

 

Me acerco a ti, hermano...

 

Con el religioso respeto

con que se ingresa a un templo;

con la cálida ternura

con que se acaricia a un niño;

y con la cuidadosa delicadeza

con que se cura una herida,

me acerco a ti,

hermano que estás de duelo

y sufres el desgarrón de la despedida,

provocado por la muerte,

para entregarte estas simples palabras.

 

Algunas te servirán de alivio y de consuelo,

otras te irritarán, ¡seguramente!,

porque no dicen lo que tú sientes ahora.

No te impacientes;

acéptalas como indicadoras de un camino,

que hay que recorrer con tiempo,

y no como preceptoras de un deber

que ya debieras haber cumplido.

 

Si algo te choca hoy,

déjalo, y tal vez lo leas mejor mañana.

Estas palabras mías no te dirán lo mismo

en los comienzos, en el medio o al final

del largo camino de tu duelo.

 

Tú tienes por delante

un camino largo y doloroso,

y el presentarte la meta

no es para impacientarte,

ni para reprocharte de no haber llegado,

sino para alentarte a seguir andando.

Tú caminas por tu desierto

y el sol y las arenas enardecen tu sed;

si yo te hablo de un oasis

no es para culparte

por no haberlo alcanzado,

sino para alentar tus pasos.

¡Tal vez concluyas tu duelo

cuando estemos de acuerdo,

y hayas encontrado el oasis...!

"Acepta que ante la muerte, quedas desconcertado corno un niño."

 

quisiera compartir contigo...

 

Amigo:

tu propia muerte te asusta,

y la muerte de tus seres queridos te duele.

No voy a escribir una sola palabra

para superar tu miedo

o suprimir tu dolor;

porque no tengo esa palabra mágica.

Tu verás cómo enfrentar tu propia muerte.

Yo sólo quisiera compartir contigo

algunas cosas simples,

para que te duelas sanamente

y hagas tu dolor más llevadero,

ante la muerte de los tuyos.

Y eso es todo.

 

Que te duelas, dije, sanamente,

a causa de tus muertos,

que te deprimas un tanto

y un tiempo,

pero no que no puedas vivir,

que te dejes morir

porque murió tu madre,

tu padre o tu hermano,

tu esposo o tu esposa,

tu hijo o tu amigo...

Yo quisiera ayudarte,

si me es posible

y si tú quieres,

a que sufras sanamente,

para seguir viviendo;

porque he visto a muchos

MORIRSE CON SUS MUERTOS.

 

Tus muertos ya murieron,

y en tu mente ya lo sabes.

Pero tu corazón necesita tiempo

para saber y aceptar que ya partieron.

Por eso tu dolor resurge como nuevo,

ante esa mesa familiar

donde un lugar quedó vacío,

en esa Navidad donde alguien falta,

en ese nacimiento sin abuelo,

en ese año nuevo en que se brinda

y alguien ya no levanta la copa...

 

Así es el corazón humano:

siempre vive de a poco

lo que la razón sabe de golpe.

¡Para la mente

los muertos mueren una vez;

para el corazón

mueren muchas veces...!

 

Enciende la lámpara de la esperanza y alégrate como un niño.

 

"resucitarán para ti"...

Tus muertos resucitarán "para ti",

cuando hayas aceptado

que "murieron para ti";

sólo los recuperas en su regreso,

cuando aceptaste su partida.

¡No es posible la alegría del reencuentro,

sin sufrir el dolor de la despedida!

No te mueras

con tus muertos;

¡llora la siembra de ayer

con la esperanza puesta

en cosecha de mañana!

 

Acepta que la muerte

de tus seres queridos

te despierta mucha rabia,

aunque sepas por qué

y aunque no quieras sentirla.

Tu resistencia ante la muerte

te hace rebelarte,

aunque no sepas del todo

contra quién hacerlo...

¿Contra Dios...?

¿Contra tus muertos... porque te

abandonaron?

¿Contra...?

 

No te mueras

con tus muertos;

¡déjalos dormir su tiempo

como duerme la oruga

en la crisálida,

esperando la primavera

para hacerse mariposa!

 

Dios no es menos Dios,

más justo o más injusto,

más bueno o más malo,

cuando naces que cuando mueres.

O crees en Él siempre,

o no crees nunca;

pero una cosa es creer en Él

y otra es creer en tus explicaciones.

¡Ante la muerte

se acaban tus explicaciones!

 

No te tortures

Sintiéndote culpable ante tus muertos.

¡Los muertos no cobran deudas!

¡Además, si hoy resucitaran,

volverías a ser con ellos como fuiste!

¿O no sabías con certeza

que un día iban a morir?

 

No te mueras

con tus muertos;

¡muéstrales más bien,

que como el árbol

podado en el invierno,

lejos de morirte,

retoñas vistiendo tu desnudez

devolviendo frutos por heridas!

 

Acepta la realidad y date cuenta,

de que tus muertos te plantean

un serio desafío:

el de tener una respuesta

para el sentido de tu vida.

Porque mientras no sabes

para qué murieron ellos,

tampoco sabes para qué vives tú.

¿O no piensas morir?

 

Que las flores que te acompañaron en el dolor, te ayuden a recuperar tu alegría y tu esperanza.

 

... la vida y la esperanza

Ante tus muertos queridos

tu corazón tiene mil interrogantes

y tu razón, ninguna respuesta.

Resolverás mejor la cosa,

cuando preguntes menos

y aceptes más.

 

Las flores que regalas a tus muertos

hablan de la vida y la esperanza.

También en tu corazón

duermen la vida y la esperanza

esperando que tú las despiertes

para seguir viviendo esperanzado.

 

No te mueras

con tus muertos;

¡míralos marchar

por su camino,

hacia su meta,

y aprende la lección

que ellos te dejan,

diciendo

que tu andar de peregrino,

también tiene un final,

al que te acercas...!

 

Más que con la frialdad

de los mármoles,

más que con suntuosos monume ntos

y grandilocuentes discursos,

honra a tus muertos

con una vida digna.

¡Piensa qué esperas para ti

cuando hayas muerto!

 

Aprende de tus muertos

una lección para la vida:

es mejor amar a los tuyos

mientras viven,

que quitarte culpas

por no haberlos amado,

cuando ya se fueron.

 

No te mueras

con tus muertos;

¡despídelos,

como despides

las aguas del río

que van al mar,

sabiendo que volverán

mañana nubes,

y serán lluvias

sobre tu rostro!

 

Así como los cirios encendidos

se queman y derriten

dando luz y calor

en la despedida de tus muertos,

que tu corazón no se derrita en vano,

quemándose en el fuego del dolor

sino que arda en las llamas del amor

y en la luz de la esperanza.

 

No te mueras

con tus muertos;

¡vive este invierno

de dolor,

que te desnuda

como quitándote la vida;

pero, recuerda

que la savia duerme

para retoñar

y florecer en primavera!

 

Parte del dolor que te golpea,

cuando despides a tus muertos,

se debe a una pregunta

que golpea en tu interior,

interrogando por el sentido de la vida.

Si respondes de verdad,

sincera y frontalmente,

gracias a la muerte de tus muertos

tú vivirás más plena y auténticamente.

 

Deja que los vientos del dolor, saquen de tu corazón las aguas de tus lágrimas...

 

Uf!! Reflexionemos sobre lo leido:

¿Que sentiste con cada párrafo?, rabia, impotencia, amor, pena...

¿Sientes que podemos vivenciar la muerte de nuestros seres amados de una forma diferente?

¿Cómo te gustaría que  vivieran tu muerte quienes te aman?

 

 



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