Etapas.

07.10.2012 20:51

 

         La primera etapa se llama “fase de incredulidad”, lo primero que se dice “esto no puede ser”, pensamos que esto debe ser un error y que en realidad “todo estaba bien”. Aunque la muerte haya sido anunciada, de igual manera la muerte provoca un shock, hay un impasse, un momento de negación y cuestionamiento donde ni siquiera hay dolor. Aquí nos protegemos desconfiando de la realidad, entrando en una confusión para permitir distanciarnos de la situación.

Aquí la persona no va a dar respuesta, va a estar paralizada en su emoción, en su percepción y en sus vivencias y va a tener un momento de negación y desconfianza.

Lo fundamental en esta etapa no es la negación sino que el estado confusional.

Cuando se logra traspasar esta etapa de incredulidad no tenemos más remedio que conectarnos con el agudo dolor pues la situación nos desborda, nos invade y hay una brusca explosión. Esta explosión dolorosa es la segunda etapa del duelo normal, es la “etapa de la regresión”.

Esta etapa se llama así ya que uno llora como un niño, uno patalea, grita; estas son demostraciones no racionales del dolor, hay un desborde emocional.

En la tercera etapa se comienza a tomar conciencia de lo que pasó, esta etapa se llama “etapa de la furia o ira”. Esta furia puede ir dirigida a distintas personas pro ejemplo a médicos, familiares, hasta Dios. Nos enojamos con todos para poder pensar que tiene que haber alguien  a quien responsabilizar de todo.

Además de esto nos enojamos con quien murió y nos ponemos furiosos por que nos abandonó.

Esta furia tiene como función anclarnos a la realidad, tiene como función terminar con el desborde emocional de la etapa anterior pero aún nos protege de la tristeza que nos espera.

En este proceso también aparece “la culpa”, culpa por cualquier cosa. Esta es una manera  de decretar que yo lo habría podido evitar, es una injusta acusación por todo aquello que no pudimos hacer.

La quinta etapa, es la “etapa de la desolación” donde la pérdida es irreversible y el sentimiento de impotencia es inmenso. Uno se conecta con la soledad de los espacios vacíos y con los propios vacíos interiores.

En esta etapa son comunes las seudoalucinaciones.

Durante esta etapa algunas personas tienen tanto deseo  de que el otro este cerca, por esto buscan percibirlo.

Es un momento de tristeza, de visiones, de creencias, de miedos y de incertidumbres.

La tristeza y el dolor alejan a al persona para que pueda llorar y pueda vivir su proceso interno y reconstruirse.

Después de esta fase continúa  el principio de la salida  que se llama identificación, el cual acerca a la etapa de la fecundidad.

 

Bibliografía: “El camino de las lágrimas” Cap. 5; Jorge Bucay